Fue la consecuencia de la crisis vivida por el bloque comunista liderado por la URSS y
su posterior desaparición (1985-1991). La llegada del reformista Mijail Gorbachov al poder en
la URSS en 1985 supuso que el desarme pasase a ser una prioridad vital para la Unión Soviética. Esto era lógico pues el país se encontraba estancado y retraso tecnológicamente, la
economía planificada no daba más de sí y el reto de la Guerra de las Galaxias de Reagan no podía ser asumido, procedía, pues, un entendimiento con EE.UU. para llegar al desarme y poder centrarse la URSS en arreglar sus problemas internos.
Así, se firmó con EE UU en Washington un acuerdo
en 1987 para eliminar los misiles de alcance intermedio del
arsenal de ambos países, lo que señalaba el final de la carrera
de armamentos. Después siguió la retirada de la URSS de
Afganistán y de buena parte de las tropas soviéticas que se
encontraban en el este de Europa. Esto impulsó las revoluciones democráticas en Europa oriental (caída del muro de Berlín, reunificación alemana) y después en la propia URSS entre 1989 y
1991. La desaparición de la Unión Soviética en 1991 suponía
que el bloque comunista había dejado de existir y que la
guerra fría había terminado.